martes, 28 de febrero de 2012

Apuntes del que vuelve



No todo depende de los deseos, pero aún así, soy de los que han decidido intentar llevar a cabo sus deseos.
                                                         Sigmund Freud. 


Soy el que vuelve y cae en su búsqueda (a veces insensata) de horizontes antes inalcanzables.
Soy el que vuelve para beber el último sorbo de cerveza entre miradas fijas del Boxing o de la cancha Pelota Paleta.
Soy el que vuelve con nostalgias desechables.
Soy el que vuelve para cantar con voz desafinada y carcajadas de borrachos.
Soy el que vuelve con la frescura de hombres que recordaba niños.
Soy el que vuelve sin fumar después de haberlo fumado todo.
Soy el que admira en las crisis y escribe con gotas de vino.
Soy el que vuelve entre risas al recuerdo de los viejos boliches y tremendos pecados.
Soy el que le gana (siempre) al Pelado y juega el fútbol bonito.
Soy el que vuelve con cartas leídas por ebrios perdidos.
Soy el que vuelve con la escucha sostenida del que sufre y se reconquista.
Soy el vuelve a viajar cada tanto en la dede para remontar cassettes.
Soy el que vuelve y atesora un dulce en un camino automático.
Soy  el que vuelve con la bronca de un disco de Enrique Iglesias.
Soy el que vuelve para incentivar recuerdos y desbaratar al olvido.
Soy el que vuelve para correr con el corazón en la mano en la dirección que me marcan.
Soy el que vuelve y camina para escuchar La Sarnosa, Los Knutsen y por qué no Malapraxis.
Soy el que vuelve con el llanto atragantado de alegrías, de complicidades sin secretos.
Soy el que vuelve con la mirada al sur y el corazón en el bar con ustedes.
Soy el que vuelve con la admiración sin fisuras.
Soy el que vuelve con las ansias de volver y seguir siendo todo lo que me permiten ser.

sábado, 18 de febrero de 2012

Aparición

“Vivir entre fantasmas requiere soledad”
                                            Anne Michaels.
Estaba solo, el dolor de única compañía,  y la sombra de un fantasma tirano y perverso persiguiendo mi alma. Aquella noche no parecía presentar variación alguna, salvo, ese incesante viento que corroía los huesos y la piel de cualquier transeúnte ocasional. Lentamente la noche se apagaba y los ataques a un hombre enfermo y vulnerable se hacían sentir poco a poco. El cigarrillo que acompañaba fielmente a cada sorbo de café, se había transformado de manera lastimosa, en esa carga de placer completamente exagerada para tan poca cosa. Sin embargo, de manera sublime, como se dan los grandes acontecimientos de la vida, mezcla de sustancia misteriosa y de imagen de ensueño, apareciste. Sí, apareciste. Una suerte de monstruo que me tranquilizaba y me daba la seguridad de pertenecer de manera absoluta a mi cuestionada imaginación, como una lucha dispar con un mandato irreverente de una sociedad hipócrita. Y entonces estás a mi lado, y los fantasmas ahora se ponen a charlar con los dos y no me temen, y el dolor es una ráfaga que no se atreve a detenerse. Y tu sola e indiferente presencia me engrandece y me hace fuerte, y soy feliz, como nunca lo había sido, con una libertad auténtica.
Hoy pasó mucho tiempo o quizás poco, la verdad no puedo estar seguro, pero mi alarma es siempre la misma…que los médicos me encuentren y me vuelvan a encerrar, que me den esas malditas pastillas y nunca más te vuelva a ver.

martes, 7 de febrero de 2012

Dormir

Por Ariel Fernandez 

A Marco.
El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.                                                                                                                                             
                                                                                                 J.L. Borges.
Hay gente que se masturba hasta vaciarse,
o reza,
hasta disolver su identidad en ese puñado de palabras repetidas como una auto-hipnosis.
Hay gente que va cerrando bares, embruteciendo su pobre organismo probando diferentes y variados licores.
Otros salen a coger con frenesí.
Hay quienes se someten sin ninguna defensa a la televisión hasta la más desolada trasnoche.
O se asoman a contemplar en silencio cómo sueñan sus hijos, en el dormitorio a oscuras que huele a recién bañados,
a dibujos de Disney,
a sábanas limpias, a otro mañana.
Yo pienso y eso me mata, pienso y pienso con la almohada de fiel testigo, cuento ovejas y placeres futuros, aunque no puedo,
rutina y una amarga sensación de perder, de incertidumbre... de miedo.
de tanto pensar el sueño cada vez más lejos, como en tanta gente que busca alternativas,
tanta gente que como yo, hace mucho no puede dormir.

Deseo

Por Ariel Fernandez

No quiero seguir en la estupidez del decoro,
del pecado inconcluso y el final deseado por todos
mientras se calma la ansiedad de ser feliz.

No quiero mirar unos ojos ajenos
y reír incómodo.

No quiero sufrir sin sentir dolor
y sumergirme en lástimas
que planean venganza.

No quiero querer y no querer
y volver a lo instintivo del deseo,
aunque la debilidad de mi alma
desnuda la fragilidad de mi anatomía.