Toma el vuelo regreso a casa
Con la ilusión de ver el sur
Pues en verdad no lo hizo
Por que ya estaba en él.
Con la ilusión de ver el sur
Pues en verdad no lo hizo
Por que ya estaba en él.
César Sáenz
Quiero decir,
cierta manera de caminar,
como si todo el tiempo
este
esperando recibir una sorpresa,
una fuerte y miserable manera
de perder el
tiempo,
de llenar un cuadernito
como si fuera testigo quién sabe de qué.
Una
manera italiana de amar,
de enojarse cada vez como si fuera la última
para de
repente mostrar su bondad con cierta parsimonia.
Ella es triste.
Ella no está triste;
uno puede preguntarle qué le pasa
y ella responde “soy
triste” y se ríe iluminada.
Extraña
sensación de ascensor
o de túnel.
El sur es eso,
lo que no cambia,
la incrédula
esperanza de luz,
las luces de un cruce lateral
que pueden confundirse con la
salida del túnel,
con el sol al final del túnel o el vértigo del ascensor.
Carolina dice que
el sur es mañana,
la mentira del mañana constante…
la tibia promesa de un mañana
mejor.
Sus monólogos
sobre el sur
aparecen y desaparecen intermitentes.
No hay manera de entender
esos monólogos de Carolina,
los personajes aparecen y desaparecen.
Los personajes
son siempre los mismos,
públicos o privados,
pero difieren en detalles sutiles
y de nuevo no son los mismos,
y el detalle sutil es la muerte
o simplemente el
olvido.