martes, 23 de octubre de 2012

Carolina y el sur


Toma el vuelo regreso a casa
Con la ilusión de ver el sur
Pues en verdad no lo hizo
Por que ya estaba en él.
César Sáenz

Quiero decir, 
cierta manera de caminar, 
como si todo el tiempo 
este esperando recibir una sorpresa, 
una fuerte y miserable manera 
de perder el tiempo, 
de llenar un cuadernito 
como si fuera testigo quién sabe de qué. 
Una manera italiana de amar, 
de enojarse cada vez como si fuera la última 
para de repente mostrar su bondad con cierta parsimonia.
Ella es triste. 
Ella no está triste; 
uno puede preguntarle qué le pasa 
y ella responde “soy triste” y se ríe iluminada.
Extraña sensación de ascensor 
o de túnel. 
El sur es eso, 
lo que no cambia, 
la incrédula esperanza de luz, 
las luces de un cruce lateral 
que pueden confundirse con la salida del túnel, 
con el sol al final del túnel o el vértigo del ascensor.
Carolina dice que el sur es mañana, 
la mentira del mañana constante…
la tibia promesa de un mañana mejor.
Sus monólogos sobre el sur
 aparecen y desaparecen intermitentes. 
No hay manera de entender 
esos monólogos de Carolina, 
los personajes aparecen y desaparecen. 
Los personajes son siempre los mismos, 
públicos o privados, 
pero difieren en detalles sutiles 
y de nuevo no son los mismos, 
y el detalle sutil es la muerte
o simplemente el olvido.

viernes, 12 de octubre de 2012

Encuentros



El humor no debe ser risa. Sí, sonrisa. Y, de ser posible, llanto amargo. 
                                                                        Roberto Fontanarrosa.
Si uno los ve, no parecen nada del otro mundo. Toman cerveza y fernet (mucho) y hablan pavadas como cualquiera. Inclusive, más que cualquiera porque suelen exagerar todo.
Pero si uno los escucha, descubrirá algo raro: hablan pavadas, pero nunca de dinero. Y si el tema fueran las mujeres, como al descuido aparece la dulzura.
Los recuerdos y anécdotas del pasado son recurrentes en sus diálogos. La política. El país. El fútbol, aparece y siempre con euforia. Y no es que alguno de ellos juegue bien. Sencillamente, hablan de cosas que de una u otra manera les generan placer. No parecen nada del otro mundo y no lo son. Tienen la extraña virtud, apenas, de lanzarse a compartir sin excusas ni lamentos. Y de hacerlo por nada y para nada. Tal vez, hasta lo hagan para nadie.
Uno los ve ahí, fumando como locos, sentados en cualquier bar. Se ríen, las copas van y vienen, afuera late la noche. Ellos, igual, no miran sus relojes. Y alguno ni lleva reloj.
Pierden casi siempre. Pero cuando ganan, vale la pena. Porque lo que consiguen es para compartir.
Uno los ve allí, juntos. Llevan largo rato en el mismo sitio. Cuando lleguen a casa sus hijos estarán dormidos y su mujer, despierta. Con seguridad los va a retar. Sin embargo, ellos siguen allí. Hablan, aunque también pueden callar. No necesitan del sonido de su voz para sostenerse. A ellos los sostiene una voz interior. Una vocecita que les dice: “Por aquí. Por aquí”. A veces, la escuchan.
Si de pronto se enojan es porque les duele el mundo. La indiferencia les parece imposible. Ellos saben que la indiferencia es la principal enemiga de la vida.
Y aunque el mundo no les dé importancia y ellos tampoco se la den a sí mismos, la tienen. El mercado y la tele, en tanto, venden otra cosa.
Los muchachos están solos en el bar y conversan. La ciudad, afuera, duerme. La luz entera depende de ellos, de ellos dependen las desdichas y el amor, pero ellos siguen conversando, simplemente.
Aunque antes, piden otra botella.

domingo, 7 de octubre de 2012

Presentación ANTES DE CAER


L@s invito a tod@s  a compartir la presentación de mi segundo libro:
“Antes de caer” (Ed. Llanto de mudo) que se realizará en el marco de la 
9° Feria del libro de Cipolletti el día jueves 11 de octubre a las 20 hs en la Biblioteca popular Bernardino Rivadavia ubicada en Mengelle 575 -

martes, 2 de octubre de 2012

Transcurrir

"Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más".
                                                           Charles Chaplin.
Pasaron
los segundos,
los minutos,
las horas,
los días,
las semanas,
los meses,
los años,
las décadas,
los siglos.

Pasaron 
las modas,
las fiestas,
los autos,
las casas,
los celulares,
las computadoras,
los trajes,
el dinero,
los lujos.

Pasó el amor,
el odio,
la esperanza,
el futuro, 
la bronca,
la tristeza,
la ilusión,
el deseo.

Había algo
y ya no hay nada,
quizás un hueco,
un vacío,
un sueño gris.

En definitiva
pasó la sensación
de vivir
y sólo quedó
el registro de la muerte.