miércoles, 18 de diciembre de 2013

Las llaves maestras


Si la política es la disputa por el sentido de una sociedad, como afirma Michel Foucault, América Latina se preocupó porque la política apareciera en el centro del escenario subordinando a la economía. América Latina (y la mayoíra de sus representantes) hizo propias  las afirmaciones del  notable dirigente sindical Germán Abdala quien sostenía que los obreros, los sectores más humildes, eran los que más necesitaban de la política. Decía textualmente: “Hay que volver a hacer creer que la política sirve, porque este es tal vez el triunfo más alto de ellos, o sea de los poderosos, de los que no necesitan la política para manejar el poder, porque tienen el dinero, tienen las armas, tienen todo eso. El pueblo necesita la política para ponerle reglas de juego a ellos.” Junto con el retorno de la política, el Estado volvió a recuperar presencia y accionar limitando el culto a la mano invisible del mercado, que si existe se aproxima a un carterista más que a un equitativo distribuidor de ingresos.

sábado, 12 de octubre de 2013

Inmortalidad

¿Qué va a ser de mí?
yo mismo no sé en qué
tierra dejaré mis huesos.
 Ernesto Guevara.

                                                                  

“¡Tirá cobarde, no tengas miedo que vas a matar a un hombre!” fueron las últimas palabras con marcado acento argentino pronunciadas por el Che con una fuerza y firmeza que conmovieron a los presentes en la escuelita de la Higuera y, en especial, al militar Mario Terán, a quien le tembló la mano para fusilarlo. El Che puso su protuberante frente en alto y expuso a los verdugos con firmeza su tórax que recordaba las historias de agobiantes asfixias infantiles.
Ernesto "Che" Guevara vive en la imaginación colectiva a manera de leyenda latinoamericana que simboliza una esperanza de liberación de las sociedades oprimidas por el "Imperialismo que construye el capitalismo". Esto hace que el "Che", a través de los rasgos más característicos de su humanismo revolucionario, nos permita seguir hablando, aún después de tantos años de su muerte, a cada una de las personas con ideas de lucha, sobre todo a los jóvenes, enviando un mensaje de esperanza y un llamado a comprometerse en aras de un futuro diferente.
Muchos jóvenes no lo conocieron. No saben qué hizo pero, en sus pósters, lo lucen diariamente. El rostro del Che Guevara, es parte de su atuendo que ven en el personaje histórico revolucionario un ideal que se opone a la injusticia.
Fue argentino, cubano, peruano, y sobre todo "hijo predilecto" de Latinoamérica.
Ernesto Guevara Lynch no creía en milagros y detestaba el dinero. Será por esto que los viejos juran que cuando Ernesto exhaló su último aliento, el cielo se ensombreció a pleno día y el alma del mártir ascendió a las alturas, envuelta en una especie de luminaria o fuego fatuo. Desde afuera llega la voz caribeña del cantautor Silvio Rodríguez, entonando «aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia, comandante Che Guevara».
La noticia de la muerte de El Che circuló horas antes del desenlace, alguien dio la orden de no disparar en lugares visibles para que no tenga una muerte fulminante...una cruel agonía sacude el cuerpo del guerrillero hasta que un sargento, ebrio también, le remata apoyando su pistola en el costado izquierdo mientras aprieta el gatillo.
Pero la alevosa muerte no silencia su epopeya. Sobre ella se levanta y recorre el mundo que le honra admirado. Los asesinos han quedado para siempre en el olvido. Desde entonces donde quiera que se alza una causa justa le acompaña la imagen del Che. Ella es la insignia del valor en todos los combates. En las banderas, en los carteles, en las remeras de la juventud aguerrida y audaz que avanza hacia nuevas conquistas de justicia está el rostro, la vida y el sentir de El Che Guevara.

sábado, 13 de julio de 2013

Las hojas

"Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida"
Woody Allen

 
Las hojas
caen libres
como pétalos
descolgados
de labios suaves
y a su vez
tristes.
Las hojas
se desprenden
como besos
inmunes
al rocío
venenoso
de una sociedad
residual.
Las hojas
se apartan
ingenuas,
como hombres
cansados
de nuestro
futuro
más próximo.

sábado, 8 de junio de 2013

El grito

"La noche tiene la forma de un grito de lobo"
                                                Alejandra Pizarnik.  
 

Escucho un grito. Es un fuerte grito oscuro con cierto destello de amargura.
Todo (o casi todo lo que creo conocer) parece diluirse en ese sutil grito que cubre la realidad con una magnifica evocación. Es el colchón perfecto como de violines desafinados que adornan la suave y tenue penumbra de una noche testaruda.
Una mujer petrificada junto a un viejo árbol parece clavar su mirada en mis ojos, pero al correrme noto que sus ojos no hacen más que penetrar en el infinito de un horizonte inalcanzable.
Todo es negro, melancólico, triste. Y el grito es inagotable, duradero, profundo. Cada vez hay más oscuridad y el grito cada vez es más desgarrador.  Intento escapar sin poder moverme mientras con un fantasma gris que tiene el rostro de un ángel. No me pregunten cómo pero puedo reconocer de manera certera esas dos rarezas en términos de cordura. Con un brusco movimiento en el aire, creo soltarme de una fuerza invisible que presiona. Zafo y prendo un cigarrillo que se consume velozmente sin darme lugar ni siquiera a un fugaz goce.
Tiemblo y la confusión se apodera violentamente de mí.
La penumbra a esta altura ya es total.
Vuelvo mi cabeza hacia atrás y veo frágiles rostros que combinan perfectamente una serenidad abrumadora con un sesgo de maldición terrorífico.
Estoy en algún lado conocido y olvidado en donde (extrañamente) la memoria me domina y la amargura me invade. Estoy perdido en el pasado, lidiando con las torturas de todo lo que puedo recordar, con las pérdidas que impone de manera  autoritaria la vida, con las desdichas de mis acciones, con la agonía de un amor perdido.
En el medio del paisaje aturdidor vuelvo a ver a la mujer. Está llorando y el grito es de ella. Mi cuerpo sangra. No sé por qué pero mi cuerpo sangra y parece mutilado por la acción inviolable y cruel del tiempo, de sus marcas precisas, de su descomposición inapelable.
Un libro se posa en mis manos y me calmo sintiendo un fuego en el pecho.
La mujer otra vez está ahí con su grito. No logro reconocer su rostro pero de alguna manera identifico a esa mujer con mi madre, con su grito perdido en el vació que pide desesperada una ambulancia para su hijo.



sábado, 20 de abril de 2013

Destino

"No olvides tu historia ni tu destino"
                                         Bob Marley.
No está más, y no entiendo por qué.
Desapareció, como van desaparecen las cosas que uno quiere, las que hacen bien, esas en las que no hace falta ponerse a  pensar para saber que las va a extrañar.
La última mirada, esa que se cuela en el fondo de cada momento sublime por el que transito, y transitamos.
 Porque se sigue transitando a pesar de todo, con el peso del alma en nuestra espalda susurrándonos crudamente nuestros errores. Entonces lloramos y descubro que hay que tener coraje y ser fuerte, para transitar y para no hacerlo también.
 En realidad para todo hay que tener coraje. Y valor. No nos olvidemos del valor. Aunque no parezca, es fundamental. Porque te da la pauta de un pobre pensamiento de  auto-conservación, y te sacude. Y ahí vas y te mandás. Nada más, punto.  Que sea lo que tenga que ser. Y explota aunque no sabés qué y se funde con todos los sentimientos que se pueden contener en  la amargura y el odio, pero no alcanza y te desbordás. Llegan las lágrimas, conseguís algún abrazo y volvés  a romper en un llanto furibundo y amarillo, como de plástico.
Aunque antes estuviste inmóvil, abrazado al viento y pidiendo a gritos libertad, fueron como dos horas para decidirte. Porque el miedo también juega. Tiene un papel más que importante. Se encarga de casi todo lo poco que te queda. Va silencioso y casi no se nota, porque nadie lo quiere pero nadie puede escapar de él, entonces es un problema porque está y te carcome día a día, minuto a minuto, pero nadie se hace cargo pero está ahí, como el sol en la noche y el odio en lo que parece amor.
Entonces se sigue… mintiendo, escapando, extrañando, esquivando, mandándose y sobre todo teniendo mucho miedo. Por que sabés que se termina, tarde o temprano se termina y no hay más nada, o sí, pero vos no sabés, entonces el coraje y el valor queda reducido otra vez al miedo, ese que de golpe aceptás y lo enfrentás con la certeza de una agonía segura, porque ya perdiste muchas cosas y por mas que seguiste y que algunas batallas ganaste [o por lo menos  creíste haberlas ganado] en el fondo, muy en fondo, pegado al coraje y al valor no hay más remedio que seguir siendo cobarde contra nuestra voluntad, para a pesar de todo, seguir perdiendo.

sábado, 23 de marzo de 2013

Engaños


"Los sueños son las únicas mentiras que pueden dejar de serlo"
                                                                    Sigmund Freud.


Emprendo
el viaje
con la cordura
necesaria
y las penas
renovadas,
truncas,
que permiten
enfrentar
las desdichas
de cualquier
camino,
para ser
sin excusas
y no dejar
de sentir
entre miradas
que se presentan
fantasmagóricas
y me cubren
y me abrazan
y me besan
apasionadamente
y de apoco
me quitan la vida. 

viernes, 22 de febrero de 2013

Divisiones de siempre

"El motor de la historia es la lucha de clases"
                                                        Karl Marx.

El odio es una emoción de profunda antipatía, rencor, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir el objeto odiado. Por  ser emoción no se puede evitar, está ahí en consonancia a nuestras creencias y valores.
Desde que las Fuerzas Armadas han perdido su peso para intervenir en los momentos adecuados para restablecer el equilibrio del poder en beneficio de los sectores tradicionales, son los medios dominantes los que cumplen la tarea de erosión y desgaste; se horrorizan porque la sociedad está dividida obviando las divisiones más violentas que en esta generan.
¿En qué momento cualquier sociedad vivió en completa armonía? Si alguien encuentra la respuesta, en beneficio propio seguro la arrojará al vacío.
Es innegable que estamos en un mundo de exclusión donde aquel que excluye se refugia -principalmente- en su posición económica.
Aquel es gordo, aquel negro, drogón, alcohólico, gay, aquel tiene un “jean trucho”, no tiene zapatos, vive allá…¡¡¡CUIDADO!!!
El poder y sus representantes hablan de armonía, consenso, diálogo, de un mundo basado en la justicia y no como en realidad sucede en la apropiación y el despojo.
Y este  poder el que  puede, presumiblemente envenenar a Mariano Moreno,  fusilar en Navarro a Manuel Dorrego,  desterrar a San Martín,  Rosas y Artigas, asesinar a Monteagudo,  escribir ¡Viva el cáncer! sobre la enfermedad de Evita, bombardear Plaza de Mayo, proscribir a Perón, ocultar y vejar el cadáver de Eva Perón, atacar con agravios al Doctor Alfonsín, fusilar en los basurales de José León Suárez, aplicar el terrorismo de estado y sembrar el territorio de campos de concentración. Todo en nombre de combatir a los que odian.
Arturo Jauretche, con la profundidad que lo caracterizaba, escribió: “Ignoran que los pueblos no odian, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.”
Las sociedades desiguales engendradas por el sistema capitalista multiplican los escenarios de conflicto y habrá que observar el devenir de estos procesos para desentrañar las claves, que permitan a las acciones colectivas romper con el aislamiento y la atomización para encaminarlas en sentido genuinamente transformador de realidades que además de la irritación deberían también despertar la solidaridad.


sábado, 2 de febrero de 2013

Cosas de siempre


"Conocer el amor de los que amamos 
es el fuego que alimenta la vida".
                                                                      Pablo Neruda.
 
No se pueda escapar 
cuando la salida 
se enclava 
en lo que sentimos.

¿pero qué nos guía 
o qué nos hace 
sentir lo que sentimos?
Las respuestas 
caen sin prisa 
en el hueco que deja 
cada uno de nuestros deseos, 
de nuestras debilidades 
y nuestros enamoramientos.

No hay puntos finales 
cuando la tinta se seca 
en el camino 
de un beso que no fue.

No hay límites posibles 
a la esclavitud 
de nuestras más terribles derrotas.

Sólo nos queda aceptarnos 
y ser parte de ese dolor que lastima, 
sobre todo (lo terrible es que lo sabemos) 
por que aparece después 
de creer en el otro, 
en los proyectos 
y en el amor.

Sin embrago; 
nada de lo que deseamos 
pasa, 
y aunque sea difícil de aceptar 
esto nos permite mantenernos vivos, 
y fundamentalmente 
convertirse 
en la excusa perfecta para
tomar unas cuantas cervezas 
con la gente que queremos.

miércoles, 2 de enero de 2013

Relatos



“Recordar es fácil para el que tiene memoria. 
Olvidarse es difícil para quien tiene corazón.”
                                Gabriel García Márquez.

Del estruendo pertinaz del ladrido de los perros en aquellos veranos en que las bicicletas eran aviones que andaban a toda potencia y el club sombreaba con sus paraísos el paso de las muchachas que nos atraían,  vienen a veces nuestros más gratos recuerdos.
Decir gratos no es asegurar que fueran grandes o importantes, sólo desmesurados en la memoria, porque en aquel tiempo todo era mínimo, acotado y lo único realmente grande o muy grandes eran los sueños.
¿Quién o qué desata el hilo de cada historia, de cada relato? ¿Quién quita el nudo de esa madeja enrevesada que descansa en el lugar más recóndito y suspendido de la memoria?
¿Y ese relato, cuando se libera para quién no lo hace?
Y cuando eso sucede, tampoco sabemos por qué lo hace ni cómo, pero sí sabemos para qué. Para que cado uno de nosotros encontremos en ese abanico gigante de vivencias nuestras propias historias.
Entonces… ¿Quién desata el relato?
Nosotros.
Los que quedamos con este cúmulo de sombras entre los dedos asombrados, los que no queremos dejar morir el rostro borroso de las personas que fueron cómplices o víctimas de cada una de nuestras aventuras, los que nos aferramos a todos los recuerdos que se actualizan súbitamente en cada cerveza que decidimos compartir, en cada nueva historia que escribimos con pasión.
De todos modos me queda el consuelo -mínimo y módico- de retener este hilo único del relato, donde los protagonistas somos nosotros de manera estelar, y lo voy desenhebrando con lentitud para que todos puedan ver aquella trama significativamente viva que se resiste a morir pese a todas las incertidumbres que nos acosan en este inminente escenario de los tiempos por venir.