Si la política es
la disputa por el sentido de una sociedad, como afirma Michel Foucault, América
Latina se preocupó porque la política apareciera en el centro del escenario subordinando
a la economía. América Latina (y la mayoíra de sus representantes) hizo
propias las afirmaciones del notable dirigente sindical Germán
Abdala quien sostenía que los obreros, los sectores más humildes, eran los que
más necesitaban de la política. Decía textualmente: “Hay que volver a hacer
creer que la política sirve, porque este es tal vez el triunfo más alto de
ellos, o sea de los poderosos, de los que no necesitan la política para manejar
el poder, porque tienen el dinero, tienen las armas, tienen todo eso. El pueblo
necesita la política para ponerle reglas de juego a ellos.” Junto con el
retorno de la política, el Estado volvió a recuperar presencia y accionar
limitando el culto a la mano invisible del mercado, que si existe se aproxima a
un carterista más que a un equitativo distribuidor de ingresos.
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