viernes, 18 de abril de 2014

Más allá de la muerte

                                                                                                 ¿Por qué tendría que estar en el limbo?
 ¿Acaso había muerto? No. Simplemente fue un cambio de estado,
un tránsito normal de un mundo físico a un mundo más fácil,
descomplicado, en el que habían sido eliminadas todas las dimensiones. 
Gabriel García Márquez


Si en algún momento nos preguntamos cuándo morimos, la respuesta en relación a nuestra materialidad es obvia, sin embargo algunas personas tienen la virtud de trascender el cuerpo a partir de sus ideas y de su arte. En este pequeño grupo selecto encontramos a Gabriel García Márquez. El Gabo, ha tenido la habilidad de trascender la muerte al combinar la fantasía y el realismo mágico, y tomar el amor como fundamento político.
Nació en Aracataca, Colombia, en 1928. Fue criado por sus abuelos, quienes acostumbraban a contarle relatos, fábulas, e historias desde que era muy pequeño, lo que indudablemente llegaría a ser una fuente de inspiración perdurable para el escritor, inspiración que nunca se alejó de los padecimientos y felicidades de los pueblos latinoamericanos.
García Márquez siempre ha sido un pensador libre, con una marcada tendencia a la política de izquierda, lo cual lo llevó a mantener una concepción idealista en contrapunto a partidarios de la derecha como también de los líderes políticos más representativos de la década del sesenta en Colombia, y en toda Latinoamérica.
Su trabajo en 1960 como reportero para la agencia de noticias cubana, La Prensa Latina, además de su admiración hacia el gobierno cubano y su amistad con Fidel Castro, fue suficiente motivo para que el gobierno de los Estados Unidos le negara la entrada a este país por razones políticas. Debido a las diferencias, desacuerdos ideológicos y a las intolerancias de los demás, García Márquez no tuvo otra alternativa que vivir en exilio político por muchos años en Europa, Venezuela y México. Finalmente, al principio de la década del 1980, fue invitado de nuevo a Colombia, en calidad de mediador entre el gobierno y los rebeldes izquierdistas.
Como afirmaba Terry Eagleton, toda la literatura encierra una concepción ideológica del mundo, y de acuerdo a la relevancia de los personajes, es también un posicionamiento que se convierte en un arma política que intenta generar conciencia social. En este orden, no cabe duda que el Gabo, pensaba como lo hacía el pueblo oprimido. Al escribir  Cien Años de Soledad y relatar la historia de la mítica familia en macondo, García Márquez nos cuenta la historia de su país, sus sueños, como también nos brinda un análisis del porqué de sus éxitos y fracasos como una república independiente. Algunos críticos y expertos de las artes y letras ven este análisis de relatos individuales y colectivos en la novela como una interpretación marxista de la histórica lucha, no solo de Colombia, sino también de la mayoría de los países latinoamericanos.
Gabriel García Márquez, en su discurso de aceptación del Premio Nobel, en el año 1982, luego de hacer una breve exposición de la cruda situación latinoamericana, dijo:
“Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. (…) Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”
Y siguió: “América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental (…) ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? (…) Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad”.
Quizás sea en estas reflexiones que encontremos las verdaderas causas y fundamentos desde donde se erige la imposibilidad de olvidar a Gabriel García Márquez.