Nuestra
amistad no depende de cosas como el espacio y el tiempo.
Richard
Bach.
entre sueños
que se olvidan
y deseos
que reflejan nuestro presente vulnerable
y ajeno a
toda capacidad de estrategias estrictas,
que vuelven
y se actualizan
en cada
sensación placentera que sobreviene en nosotros,
que
sobreviven en cada palabra de aliento dada
sin la necesidad de recibir respuesta alguna.
Hay rostros
que pertenecen a un pasado
que no
dejamos de ser
y a un
futuro distante al cual pertenecemos sin conocerlo aun,
rostros que
se acrecientan sin arrugas
y
carcajadas delirantes que reflejan la felicidad
y la bondad
de la preocupación por el otro.
El tiempo
se detiene en cada recuerdo que se afianza
y que crece
ante la convicción absoluta
de que
nadie nos puede arrebatar las lecciones aprendidas
en aquella
época que no es distinta de esta,
y que (por
suerte) nadie más que nosotros
podrá
comprender los por qué
de la
transformación que sufrían nuestros miedos y fracasos
con el
simple y complejo acto de estar juntos
Las
imágenes se superan y se superponen,
un viaje y
una borrachera,
un silencio
comprensivo y un llanto que comparte el dolor con rostros
de impotencia
y de una
fortaleza inquebrantable,
los
desamores correspondidos
las teorías
y las creaciones filosóficas
de cada
madrugada secuestrada.
cercanos a
pesar de la distancia
y con la
complicidad intacta,
fortalecida
y distorsionada
por las
variables que adquieren nuestras vidas
y que se
filtran de forma automática
en las anécdotas
del pasado.
ni
comprobar hipótesis gastadas,
solo me
saco el sombrero ante cada uno de ustedes,
ante mis
amigos,
para decirles y recordarles
para decirles y recordarles
que siempre
pueden contar conmigo.
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