sábado, 1 de septiembre de 2012

Más Historia


La juventud es feliz porque es ciega: esta ceguedad es su grandeza: esta inexperiencia es su sublime confianza. 
¡Cuán hermosa generación la de los jóvenes activos!
                 José Marti.

Los jóvenes en las calles sacuden al mundo. Inquietan. Conmueven. Llenan de interrogantes. Despiertan miedos al tiempo que van tajeando con libertades nacientes las grietas del sistema. Destrozan certezas con su paso danzante mientras rapean "no tengo mucha plata pero tengo cobre aquí se baila como bailan los pobres"
Echan luz con el desparpajo de los años sobre el camino calcificado por adultos que tejieron un mundo que desprecian.  Hoy es Chile como ayer y mañana Francia, Túnez, Inglaterra, Libia, Argentina, Egipto o Puerto Rico. 
La vida es hoy. El futuro llegó a mí. Es subirse al puente de la insurrección o quedarse a esperar que la vida transcurra.  
Que los jóvenes estudiantes salgan a las calles y arremetan con su rebeldía descarnada, que griten que quieren hoy su porción de futuro y no en un mañana inasible y lejano, nació de semillas que fueron asomando desde las entrañas de la tierra. 
La prosperidad capitalista deja demasiados heridos. 
Cicatrices que no cierran. 
Lujos que tienen contracaras de violencia. 
Una violencia que desnuda hambrientos, 
desposeídos, 
saqueados.
Jóvenes aquí y allá lanzan su insurrección al viento. Se alzan, ganados por la desilusión y el hastío de un mundo que no eligieron. Que sienten que no les pertenece. Que es necesario destruir y sabotear para empezar de nuevo...y hoy asoman sus cuerpos con la certeza de que cada corazón es una célula revolucionaria, que hay que sacudir el sopor del aplastamiento. Y con la convicción de que apenas son la mecha que –el tiempo lo dirá- podrá encender la historia.

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