“Vivir
entre fantasmas requiere soledad”
Anne Michaels.
Estaba solo, el dolor de
única compañía, y la sombra de un
fantasma tirano y perverso persiguiendo mi alma. Aquella noche no parecía
presentar variación alguna, salvo, ese incesante viento que corroía los huesos
y la piel de cualquier transeúnte ocasional. Lentamente la noche se apagaba y
los ataques a un hombre enfermo y vulnerable se hacían sentir poco a poco. El
cigarrillo que acompañaba fielmente a cada sorbo de café, se había transformado
de manera lastimosa, en esa carga de placer completamente exagerada para tan
poca cosa. Sin embargo, de manera sublime, como se dan los grandes
acontecimientos de la vida, mezcla de sustancia misteriosa y de imagen de
ensueño, apareciste. Sí, apareciste. Una suerte de monstruo que me tranquilizaba y me daba la
seguridad de pertenecer de manera absoluta a mi cuestionada imaginación, como
una lucha dispar con un mandato irreverente de una sociedad hipócrita. Y entonces
estás a mi lado, y los fantasmas ahora se ponen a charlar con los dos y no me
temen, y el dolor es una ráfaga que no se atreve a detenerse. Y tu sola e
indiferente presencia me engrandece y me hace fuerte, y soy feliz, como nunca
lo había sido, con una libertad auténtica.
Hoy pasó mucho tiempo o quizás poco, la verdad no puedo estar seguro, pero mi alarma es siempre la misma…que los médicos me encuentren y
me vuelvan a encerrar, que me den esas malditas pastillas y nunca más te vuelva
a ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario