No quiero seguir en la estupidez del decoro,
del pecado inconcluso y el final deseado por todos
mientras se calma la ansiedad de ser feliz.
No quiero mirar unos ojos ajenos
y reír incómodo.
No quiero sufrir sin sentir dolor
y sumergirme en lástimas
que planean venganza.
No quiero querer y no querer
y volver a lo instintivo del deseo,
aunque la debilidad de mi alma
desnuda la fragilidad de mi anatomía.
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